Crítica a Hatchet (2006), la película de poco horror, pero mucha sangre y tripas
Si imaginas a Jason Voorhees, le quitas la clásica máscara
de hockey, dejando al desnudo su desfigurado rostro (esta vez con un maquillaje
decente, no como en Viernes 13 parte 8); también le quitas su complejo de Edipo
y lo reemplazas por un complejo de Electra y, por último, le pones una joroba y
creatividad para matar, tendrás como resultado a Victor Crowley, protagonista
de Hatchet (2006).
Adam Green + amor por el cine de terror: Hatchet
Hatchet nació, muy posiblemente, en el bar Rainbow Bar and
Grill, donde Adam Green trabajaba como DJ, luego de dos años de haberse graduado
de la universidad. Su vida que solo se limitaba a trabajar en lo que se pueda
para llegar a fin de mes y tolerar las malas películas de terror que se estrenaban
cada año, lo llevó a aferrarse a su sueño de ser cineasta. Su amor por el
horror le obligó a escribir guiones que serían rechazados.
Pero para entender el contenido de sus guiones, debe saberse
que, si bien Adam amaba el cine de terror, odiaba profundamente los últimos
estrenos del género. Él mismo comentaría que las películas de terror se limitaban
a mostrar porno, torturas o remakes innecesarios (y mal hechos) de obras clásicas.
El primer guion que Adam realizó fue Hatchet (2006). Quería
demostrar que la comedia y el horror pueden ser compatibles si se realizaba bien,
pero lamentablemente nadie lo pudo comprender y solo recibió negativas ante su
propuesta. Finalmente, e incentivado por el rechazo, buscó cualquier medio independiente
para llevar a cabo su proyecto.
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Breve reseña y crítica
Desde la primera escena de la cinta se nos revela su
personalidad: un gore brutal con tintes cómicos. No busca que la tomemos en
serio, mucho menos asustarnos, solo que la pasemos bien. La muerte de Robert
Englund (nuestro muy amado y recordado Freddy Kruegger) y su hijo en la
película, no generan pena alguna. No se busca que se empatice con ellos, solo
esperar que tengan un final entretenido.
El tono de la cinta no cambia en el resto de la película. La
trama es simple y agregan a personajes con el único propósito de ser la carne de
cañón. Desde su primera aparición en pantalla, sabes que su final es terminar
en las manos del asesino.
Desde ese punto, es fácil tachar a la película de predecible
(¿Alguien creyó que la pareja de ancianos iba a sobrevivir?), salvo un poco en
el final, si se quiere. También podría criticarse algunas de las actuaciones,
pero no creo que este afecte realmente al objetivo que tenía la película.
Como se ha dicho antes, todos los personajes (excepto la pareja
final… en parte) fueron creados con el propósito de hacer una escena gore. Y
eso es lo mejor que tiene la cinta. El gore brutal y hasta irrisorio. Las
muertes son llevadas a cabo con una creatividad y efectos prácticos (que si
bien la falsedad es evidente, no lo hace para nada menos disfrutable) que se
agradecen.
Película disfrutable para los amantes del gore y la sangre,
pero para los amantes del terror, de la tensión macabra o un poco de sustos clásicos,
esta cinta será una perdida de tiempo. El bajo presupuesto es evidente. La
ambientación pobre y escenarios simples crean una nula tensión, algo que, al
parecer, la cinta tampoco quería buscar.
Pero no puedo terminar este artículo sin mencionar a los
cameos más llamativos de la cinta: empezaremos por el ya mencionado Robert
Englund, quien muere en la primera escena y vuelve a aparecer (bueno, su imagen)
como cabeza inerte y solitaria. Luego nos encontramos con Tony Todd, el
recordado Candy Man, que también tiene solo una escena en la cinta, aunque él
no muere. Y por último está Joshua Leonard, protagonista de la mítica cinta Elproyecto de la Bruja de Blair.