Mi pequeña cabrita: crítica al cortometraje que habla del abuso infantil
Una antropomórfica
cabra mamá en busca de su hijo muerto, un niño que escapa de su abusador, y un padre
que “devora” de la manera más repudiable a su propia sangre. “Mi pequeña
cabrita”, el cortometraje de animación stop motion, reúne todas estas
historias, para enlazarlas y retratar, mediante sus personajes de corte
infantil, una aterradora historia que perturba por su realismo. Tomoki Misato,
el director, logra conmovernos con una terrorífica historia, la cual deberemos recordar,
para evitar más “cabritas devoradas”.
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Sinopsis de “Mi pequeña cabrita”
Una
desconsolada mamá cabra va en busca de su hijo muerto, quien ella cree perdido:
Toroku. En dicha búsqueda, encontrará a Natsuki, un niño humano. Este será llevado
a la casa de las cabras, donde deberán esconderse del lobo feroz.
Crítica y Análisis del cortometraje
Para entender
y poder analizar algunos elementos mostrados en el corto, es necesario mencionar
que este está profundamente inspirado en un cuento de los Hermanos Grimm:
El lobo y las siete cabritas
Este cuento
nos muestra una familia de cabras compuesta por ocho personajes: la mamá y sus
siete hijos. La madre saldrá de la casa en busca de comida, sin antes advertir
a sus hijos del lobo feroz, a quien no deben abrir la puerta. Una vez la madre
abandona a sus pequeñas crías, el lobo se asoma a la casa, haciéndose pasar por
la mamá cabra. Las cabritas saben que se trata de un engaño, así que se niegan
a abrirle.
El relato
no narra las complicaciones que tiene el lobo para engañar a las cabritas, sin
embargo, tras algunas hazañas e ingenios, el astuto lobo logra entrar a la casa.
Las cabritas se esconden, pero el lobo las encuentra y devora a seis de ellas,
para posteriormente dormir en una pradera.
Cuando la
mamá cabra regresa a casa, su hijo menor, el único sobreviviente, le comenta lo
ocurrido. La madre va en busca del lobo. Una vez lo encuentra, abre su estomago
con unas tijeras y logra sacar a sus hijos. Posteriormente, le mete piedras en
el vientre. El lobo, al despertar, sin darse cuenta de lo ocurrido, va al río a
tomar agua, donde cae y se ahoga.
Mi pequeña cabrita
El cortometraje
empieza en el final de la historia, pero de manera distinta. La mamá cabra
logra abrir el vientre del lobo, pero solo logra sacar a seis de sus hijos,
quienes sufren heridas por los jugos gástricos de la fiera. Algunos están más desfigurados
que otros, al punto de tener casi toda su lana perdida. La madre busca a su séptimo
hijo en el vientre, pero el director nos deja en claro que dicha cabra murió por
los jugos gástricos, y en la escena inicial puede apreciarse partes del
devorado animal.
En la
siguiente escena, se nos muestra el dolor de la madre por la perdida de su
hijo. Ella niega la muerte de su cría, a tal punto que la busca día y noche en
el bosque. En su búsqueda, se topa con Natsuki, un niño humano que está
cubierto por una caperuza blanca, la cual tiene forma de cabra. Esta prenda confunde
a la mamá cabra, quien, creyendo que se trata de su hijo, lleva al niño a su
casa, junto con sus otros hijos.
Una vez
dentro, la madre advierte al niño que no abra la puerta al lobo, para luego
salir de casa. Es en esta escena donde el director nos va mostrando el mensaje
de su corto. Cuando Natsuki se queda solo en la casa, las cabritas salen de su
escondite. Cada una tiene cicatrices en el cuerpo, y mientras más cicatrices, menos
lana. La lana blanca simboliza la pureza, en este caso, la inocencia. Vemos que
aquí, cada uno de los niños sobrevivientes, han quedado con la inocencia
dañada. Sin embargo, el que sobresale, es el segundo hijo devorado (el primero,
Toroku, falleció), quien fue el que estuvo más tiempo expuesto a los jugos gástricos,
lo que se puede entender, fue el que estuvo más tiempo expuesto a los abusos.
Este no tiene lana blanca en el cuerpo, ha perdido la totalidad de su
inocencia. Es curioso también cómo se nos muestran a los personajes en un
inicio, como si fueran monstruos o los villanos del corto, lo que puede
entenderse como la culpa que logran sentir, en un inicio, las víctimas de abuso.
Tras una pelea
entre Natsuki y las cabritas, un espejo se hace presente. La cabrita mayor
logra ver su cuerpo, logra verse, y no puede hacer menos que asustarse y llorar
al ver que no tiene lana, al ver su cuerpo dañado y desfigurado. Ante esta
escena, el niño humano se compadece de quienes en un inicio creyó que eran
enemigos. No logramos entender bien su decisión de ya no escapar, hasta que se saca
su caperuza blanca para entregársela a la cabrita. La caperuza, la lana de
Natsuki, es una falsa. Una que intenta cubrir sus heridas, sus marcas de abuso.
El resto de las cabritas, al ver sus moretones, logran entender que él es uno
de ellas.
En la
escena posterior, el director deja explicito el mensaje que quiso dar. La
puerta de la casa se abre. Las cabritas se esconden, pero Natsuki se queda frente
a la puerta, confundido, sin saber qué pasa. De las sombras, del exterior,
ingresa el padre de Natsuki, quien desesperado va a abrazarle. Pronto, la
escena que en un momento puede parecer tierna, se torna turbia y repugnante. El
padre no solo se limita a abrazar a su hijo, sino a olfatearle, para posteriormente
tumbarle al piso. El padre, que por momentos tiene la figura del lobo, desnuda
al hijo. Es en ese momento, que las cabritas, desde su escondite, logran ver y
entender el dolor de Natsuki, con quien se ven reflejados. Tras salir a
enfrentarle, la escena termina con la intervención de la madre, quien logra derrotar
al lobo.
Al final
puede observarse que las cabritas, y Natsuki, están cubierto con caperuzas, con
lanas, cubriendo las heridas de un pasado doloroso, unas cicatrices de las que
no podrán escapar, pero solo les queda esconder. Como última escena, se ve el
zapato del padre/lobo sobre el río, dándonos a entender que el lobo se ha hundido
en el fondo del río.
Lo curioso
de este cortometraje, es la nueva adaptación que realizó al cuento de los Hermanos
Grimm. El lobo y las siete cabritas, pretendía dar como moraleja la obediencia a
los padres. Sin embargo, las estadísticas actuales nos dicen que los niños suelen
ser violentados por un miembro de su familia, entre ellos, los propios padres.
Por ello, es importante la propuesta de este corto: en algunas ocasiones, el
lobo puede ser alguien de nuestra familia.